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martes, 28 de junio de 2016

La leyenda del gran Judo

SANSHIRO SUGATA
(Una película)

Akira Kurosawa (1910-1998) es uno de los más importantes cineastas japoneses. Entre sus películas hay que mencionar obras maestras como Los siete samuráis, Perro rabioso, Barbarroja, Rashomon, Yojimbo, Ran, Kagemusha y tantas otras. El primer film dirigido por él fue Sanshiro Sugata, el año 1943. Cuenta la historia de un protagonista con ese mismo nombre. Se desarrolla a finales del siglo XIX, en plena época Meiji, alrededor de 1882. Sanshiro Sugata busca un maestro que le enseñe el arte del jiujitsu y se ve involucrado en el enfrentamiento de los seguidores de esta disciplina marcial antigua con los primeros representantes del desarrollo de una nueva visión de la lucha, el judo, ejemplificado en la figura del maestro Yano. A la vez, La leyenda del gran Judo, nombre con el que fue traducida esta película al español, es un melodrama que relata el idilio de su protagonista con la hija de un maestro rival, al cual Sugata Sanshiro habrá de desafiar.

            Akira Kurosawa se hace eco en el filme de los problemas a los que hubieron de enfrentarse los pioneros del judo, con una interpretación radicalmente diferente de la vida respecto a los seguidores del jiujitsu. Basta comprobar el tan diferente enfoque entre el maestro Yano y los representantes de unas escuelas antiguas que sólo buscan mantener unos privilegios que habían conseguido como expertos en la lucha cuerpo a cuerpo.
Más allá de todo esto, Akira Kurosawa ya desde su primera película manifiesta con total claridad cuál va a ser una de las mayores preocupaciones en sus narraciones fílmicas: el desarrollo del ser humano, el aprendizaje que conlleva el recorrer un camino de perfeccionamiento interior.

            Sugata Sanshiro comienza siendo un muchacho tan fuerte como agresivo y le gusta buscarse problemas. Un amanecer llegará a la casa de su maestro después de haber pasado la noche en el barrio de diversión y haberse enfrentado a numerosos adversarios en una pelea callejera, expresión de una fuerza interna que todavía no ha encontrado su cauce para manifestarse desde el respeto. El maestro Yano va a recibirle con la dureza del que no está dispuesto a admitir como seguidor del judo a aquel que no sea digno. El diálogo entre ambos personajes, el maestro Yano y el joven Sugata Sanshiro, es uno de los momentos más interesantes de la película
MAESTRO: Bien. Seguro que te sientes orgulloso de haber derribado a tanta gente.
SUGATA: Lo siento.
MAESTRO: Hubiese querido verte en acción. Eres fuerte, en realidad muy fuerte. Puede que seas el más fuerte que yo he conocido. Sin embargo tienes que saber que hay una gran distancia entre el judo que yo practico y tu clase de judo. ¿Sabes qué quiero decir? Tú no sabes usarlo. Tú no conoces qué es el camino de la vida. Y enseñar judo a alguien como tú es como poner un cuchillo en las manos de un loco.
SUGATA: Lo sé.
MAESTRO: Eso es mentira. Actuar como tú lo haces sin una causa y sin un propósito, simplemente por odio, ¿es ese el camino de la vida? No. El camino consiste en la lealtad y en el amor. Esta es la verdad natural del cielo y la tierra. Ésta es la más alta verdad y la única por la que un hombre puede afrontar a la muerte.
SUGATA: Yo puedo enfrentarme a la muerte. No temo morir, incluso ahora mismo si usted lo ordena.
MAESTRO: Cállate. Tú no eres más que un vulgar luchador callejero.
SUGATA: No temo a la muerte.
MAESTRO: Entonces, ve y muere.

            Sugata Sanshiro se arrojará a un lago que está situado en el patio de la casa de su maestro, con la completa determinación de esperar que le llegue la muerte. Y así sucede, pero no como él espera, sino en la visión de un loto que surge desde el lodo de las aguas, iluminado por la luna, imagen del tránsito que Sugata Sanshiro ha debido pasar para encontrarse con ese hombre nuevo que dé sentido real al arte que practica.

            El resto de la película, ahí queda.

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