SANSHIRO SUGATA
(Una película)
Akira Kurosawa
(1910-1998) es uno de los más importantes cineastas japoneses. Entre sus
películas hay que mencionar obras maestras como Los siete samuráis, Perro
rabioso, Barbarroja, Rashomon, Yojimbo, Ran, Kagemusha y tantas otras. El primer film
dirigido por él fue Sanshiro Sugata,
el año 1943. Cuenta la historia de un protagonista con ese mismo nombre. Se
desarrolla a finales del siglo XIX, en plena época Meiji, alrededor de 1882.
Sanshiro Sugata busca un maestro que le enseñe el arte del jiujitsu y se ve
involucrado en el enfrentamiento de los seguidores de esta disciplina marcial
antigua con los primeros representantes del desarrollo de una nueva visión de
la lucha, el judo, ejemplificado en la figura del maestro Yano. A la vez, La leyenda del gran Judo, nombre con el
que fue traducida esta película al español, es un melodrama que relata el
idilio de su protagonista con la hija de un maestro rival, al cual Sugata
Sanshiro habrá de desafiar.
Akira Kurosawa se hace eco en el
filme de los problemas a los que hubieron de enfrentarse los pioneros del judo,
con una interpretación radicalmente diferente de la vida respecto a los
seguidores del jiujitsu. Basta comprobar el tan diferente enfoque entre el maestro
Yano y los representantes de unas escuelas antiguas que sólo buscan mantener
unos privilegios que habían conseguido como expertos en la lucha cuerpo a
cuerpo.
Más allá de todo
esto, Akira Kurosawa ya desde su primera película manifiesta con total claridad
cuál va a ser una de las mayores preocupaciones en sus narraciones fílmicas: el
desarrollo del ser humano, el aprendizaje que conlleva el recorrer un camino de
perfeccionamiento interior.
Sugata Sanshiro comienza siendo un
muchacho tan fuerte como agresivo y le gusta buscarse problemas. Un amanecer
llegará a la casa de su maestro después de haber pasado la noche en el barrio
de diversión y haberse enfrentado a numerosos adversarios en una pelea
callejera, expresión de una fuerza interna que todavía no ha encontrado su
cauce para manifestarse desde el respeto. El maestro Yano va a recibirle con la
dureza del que no está dispuesto a admitir como seguidor del judo a aquel que
no sea digno. El diálogo entre ambos personajes, el maestro Yano y el joven
Sugata Sanshiro, es uno de los momentos más interesantes de la película
MAESTRO: Bien. Seguro que te sientes orgulloso de
haber derribado a tanta gente.
SUGATA: Lo siento.
MAESTRO: Hubiese querido verte en acción. Eres
fuerte, en realidad muy fuerte. Puede que seas el más fuerte que yo he
conocido. Sin embargo tienes que saber que hay una gran distancia entre el judo
que yo practico y tu clase de judo. ¿Sabes qué quiero decir? Tú no sabes
usarlo. Tú no conoces qué es el camino de la vida. Y enseñar judo a alguien
como tú es como poner un cuchillo en las manos de un loco.
SUGATA: Lo sé.
MAESTRO: Eso es mentira. Actuar como tú lo haces
sin una causa y sin un propósito, simplemente por odio, ¿es ese el camino de la
vida? No. El camino consiste en la lealtad y en el amor. Esta es la verdad
natural del cielo y la tierra. Ésta es la más alta verdad y la única por la que
un hombre puede afrontar a la muerte.
SUGATA: Yo puedo enfrentarme a la muerte. No temo
morir, incluso ahora mismo si usted lo ordena.
MAESTRO: Cállate. Tú no eres más que un vulgar
luchador callejero.
SUGATA: No temo a la muerte.
MAESTRO: Entonces, ve y muere.
Sugata Sanshiro se arrojará a un
lago que está situado en el patio de la casa de su maestro, con la completa
determinación de esperar que le llegue la muerte. Y así sucede, pero no como él
espera, sino en la visión de un loto que surge desde el lodo de las aguas,
iluminado por la luna, imagen del tránsito que Sugata Sanshiro ha debido pasar
para encontrarse con ese hombre nuevo que dé sentido real al arte que practica.
El resto de la película, ahí queda.
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