BLACK BELT (Kuro - Obi) |
Estrenada en 2007, Kuro Obi es una película japonesa
dirigida por Sunichi Nagasaki, cineasta que a lo largo de su carrera ha tratado
diversos géneros en sus producciones, desde el de fantasmas, tan tradicional en
la narrativa fílmica japonesa, en Shikoku
(1999) hasta el realista de Yamiutsu
shinzo (2005).
La historia contada en Kuro Obi comienza en 1932. En Manchuria
ocupada por los japoneses, la fuerzas militares, que en esos momentos campaban
a sus anchas, deciden cerrar los diversos dojo que se encuentran desperdigados
por la montaña. En uno de ellos, el del maestro Eiken Shihahara (interpretado
por Yosuke Natsuki), los soldados se encuentran con la oposición de sus tres
estudiantes, uno de los cuales, a la muerte del maestro pasará a ser instructor
del ejército, abandonando el camino del karate en su pureza, tal y como se le
había enseñado. Este aspecto es importante, pues lo que está en juego –de ahí
el título de la película- es un cinturón negro desgastado por el paso del
tiempo, que ha ido pasando de maestro en maestro y que señala la línea de
transmisión de la Escuela.
Kuro Obi se aleja totalmente de
lo que es habitual en el género de las películas de Artes Marciales. De hecho
hay algún momento en el que el esteticismo del enfrentamiento recuerda las
escenas del combate final que encontramos en Sugata Sanshiro de Akira Kurosawa (pueden leer sobre ella en el
anterior número de esta revista).
Hay que tener en cuenta la
utilización de practicantes de karate expertos, lo cual hace que las diversas
escenas, perfectamente coreografiadas, tengan, a la vez, el realismo de un
combate. Los tres discípulos del maestro Eiken Shibahara están interpretados
por Tatsuya Naka (Taikan) del estilo Shotokan, Akihito Yagi (Giryu) de Gôjo
Ryû, y Yuji Suzuki (Choei) de Kyokushin.
Escena de la película. |
Las
injusticias que han de vivir los protagonistas del filme hacen que en ellos se
muestren diversas actitudes a la hora de interpretar la esencia del karate: la
búsqueda de la fortaleza por el enfrentamiento continuo, la fluidez de la
defensa que busca alejarse de la agresión que acaba causando daño, o el karate
como una filosofía de vida que permanece en la transmisión de una tradición
perfectamente resumida en las enseñanzas finales que dicta en su lecho de
muerte el maestro: Todas las fuerzas provienen del interior y ahí es donde hay
que trabajar, olvidando la arrogancia de la victoria fácil. Para lograrlo, hay
que abandonar toda violencia, una paradoja que la película trata desde la
importancia que se le da a la ejecución de los kata.
Protagonistas de Kuro Obi |
Eugen Herrigel, uno de los
occidentales que mejor se han acercado al entendimiento de la cultura japonesa
zen, escribe en su hermoso libro El zen
en el arte del tiro con arco:
“Se trata de
fenómenos inalcanzables para el intelecto. No olvide que, aun en la naturaleza,
existen coincidencias incomprensibles y, no obstante, tan ciertas que nos
acostumbramos a ellas como si se sobreentendieran. La daré un ejemplo que me ha
ocupado muchas veces: la araña ‘danza’ su red sin saber nada de la existencia
de las moscas que quedarán atrapadas en ella. La mosca danzando despreocupadamente
en un rayo de sol se enreda sin saber lo que le espera. Mas, a través de ambas
danza ‘Ello’, y lo interior y lo exterior son uno en esa danza. De la misma
manera, el arquero da en el blanco sin apuntar exteriormente”.
No estaría mal volver a ver Kuro Obi teniendo presente esta idea,
quizá aquí está la explicación de la importancia que en la película tienen los
kata y la búsqueda de un actuar sin dejarse llevar por la violencia, aunque
ésta esté justificada por la injusticia vivida.
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