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lunes, 30 de mayo de 2016

CINTURÓN NEGRO

Black Belt Kuro Obi
BLACK BELT (Kuro - Obi)
Estrenada en 2007, Kuro Obi es una película japonesa dirigida por Sunichi Nagasaki, cineasta que a lo largo de su carrera ha tratado diversos géneros en sus producciones, desde el de fantasmas, tan tradicional en la narrativa fílmica japonesa, en Shikoku (1999) hasta el realista de Yamiutsu shinzo (2005).

Kuro Obi            La historia contada en Kuro Obi comienza en 1932. En Manchuria ocupada por los japoneses, la fuerzas militares, que en esos momentos campaban a sus anchas, deciden cerrar los diversos dojo que se encuentran desperdigados por la montaña. En uno de ellos, el del maestro Eiken Shihahara (interpretado por Yosuke Natsuki), los soldados se encuentran con la oposición de sus tres estudiantes, uno de los cuales, a la muerte del maestro pasará a ser instructor del ejército, abandonando el camino del karate en su pureza, tal y como se le había enseñado. Este aspecto es importante, pues lo que está en juego –de ahí el título de la película- es un cinturón negro desgastado por el paso del tiempo, que ha ido pasando de maestro en maestro y que señala la línea de transmisión de la Escuela.

Kuro Obi se aleja totalmente de lo que es habitual en el género de las películas de Artes Marciales. De hecho hay algún momento en el que el esteticismo del enfrentamiento recuerda las escenas del combate final que encontramos en Sugata Sanshiro de Akira Kurosawa (pueden leer sobre ella en el anterior número de esta revista).

            Hay que tener en cuenta la utilización de practicantes de karate expertos, lo cual hace que las diversas escenas, perfectamente coreografiadas, tengan, a la vez, el realismo de un combate. Los tres discípulos del maestro Eiken Shibahara están interpretados por Tatsuya Naka (Taikan) del estilo Shotokan, Akihito Yagi (Giryu) de Gôjo Ryû, y Yuji Suzuki (Choei) de Kyokushin.
Kuro Obi
Escena de la película.
Las injusticias que han de vivir los protagonistas del filme hacen que en ellos se muestren diversas actitudes a la hora de interpretar la esencia del karate: la búsqueda de la fortaleza por el enfrentamiento continuo, la fluidez de la defensa que busca alejarse de la agresión que acaba causando daño, o el karate como una filosofía de vida que permanece en la transmisión de una tradición perfectamente resumida en las enseñanzas finales que dicta en su lecho de muerte el maestro: Todas las fuerzas provienen del interior y ahí es donde hay que trabajar, olvidando la arrogancia de la victoria fácil. Para lograrlo, hay que abandonar toda violencia, una paradoja que la película trata desde la importancia que se le da a la ejecución de los kata.
protagonistas de Kuro Obi
Protagonistas de Kuro Obi
            Eugen Herrigel, uno de los occidentales que mejor se han acercado al entendimiento de la cultura japonesa zen, escribe en su hermoso libro El zen en el arte del tiro con arco:
“Se trata de fenómenos inalcanzables para el intelecto. No olvide que, aun en la naturaleza, existen coincidencias incomprensibles y, no obstante, tan ciertas que nos acostumbramos a ellas como si se sobreentendieran. La daré un ejemplo que me ha ocupado muchas veces: la araña ‘danza’ su red sin saber nada de la existencia de las moscas que quedarán atrapadas en ella. La mosca danzando despreocupadamente en un rayo de sol se enreda sin saber lo que le espera. Mas, a través de ambas danza ‘Ello’, y lo interior y lo exterior son uno en esa danza. De la misma manera, el arquero da en el blanco sin apuntar exteriormente”.
Kuro Obi en imágenes
          No estaría mal volver a ver Kuro Obi teniendo presente esta idea, quizá aquí está la explicación de la importancia que en la película tienen los kata y la búsqueda de un actuar sin dejarse llevar por la violencia, aunque ésta esté justificada por la injusticia vivida.

martes, 24 de mayo de 2016

KARATE-Dô. Mi camino

Gichin Funakoshi (Autobiografía)
(Dojo Ediciones.  Madrid 2007)

“Nunca se ha de olvidar el antiguo dicho de que un fuerte viento puede destruir un árbol firme, pero el sauce se dobla y el viento pasa. Las grandes virtudes del karate son la prudencia y la humildad”.
Karate-do Mi camino
Portada del libro Karate-do Mi camino de Gichin Funakoshi
En algunos momentos se ha valorado la posibilidad de que el origen del karate esté en uno de los más importantes representantes del Budismo, Bodhidarma -Daruma en Japón-. Parece ser, también, que las raíces del karate están en China, de hecho, una posible traducción de los ideogramas que forman la palabra es Kara (china) te (mano). No es esta la lectura que hace Gichin Funakoshi en el libro que estamos comentando; para él, aunque reconoce la otra, hay que entender Kara como vacía. Así, en palabras del maestro: “Kara tiene, en el término vacío, el sentido definitivamente más apropiado. Ello se debe al hecho evidente de que este arte de autodefensa no utiliza armas, sino los pies y las manos vacías. Más aún; los practicantes de este arte se proponen no solo perfeccionar su técnica, sino vaciar su corazón y su mente de vanidad y deseos terrenales. Leyendo las escrituras budistas encontramos afirmaciones tales como “la materia es vacío” o “todo es vanidad”. El carácter “Ku” que aparece en ambos aforismos y que puede pronunciarse así mismo, “Kara”, representa una verdad en sí mismo”.
Karate-dô
Karate-dô
De un modo u otro, sea cual sea el origen de esta disciplina marcial, lo que es evidente es que tomando una serie de tradiciones de la isla de Okinawa, transmitidas prácticamente en secreto debido a diversas prohibiciones, Gichin Funakoshi es el principal responsable del desarrollo del karate moderno.

            Karate-dô. Mi camino es el último libro publicado por este maestro, en 1956, cuando ya contaba con ochenta y nueve años, había nacido en 1868 y moriría en 1957. En la obra, Gichin Funakoshi hace un repaso de su vida, centrada en la enseñanza y en el karate. En las anécdotas que narra descubre la esencia de la disciplina marcial, alejada de un violento voluntarismo que puede causar más daño que beneficio al practicante.
Gichin Funakoshi
Gichin Funakoshi


            En las palabras del maestro Funakoshi se entiende perfectamente el contenido de ese “Dô” (Camino) que siempre acompaña a toda denominación de un auténtico Arte Marcial tradicional, lo demás es un enfrentamiento, más o menos técnico, pero animal en definitiva. Esta interpretación como senda interior que el ser humano ha de recorrer en pos de su perfeccionamiento está totalmente alejada de cualquier tipo de condescendencia. El sendero del karate, como el de otras disciplinas, es duro y supone un entrenamiento serio, una entrega que es dolorosa en muchas ocasiones, todo ello buscando un desarrollo que va más allá de lo puramente físico, aunque en ningún momento, Gichin Funakoshi niega el valor de la práctica marcial como mejoramiento del cuerpo, de la salud y de fuerza; ahí están sus palabras, escritas por un hombre de prácticamente noventa años para el cual la vida no fue, precisamente, un camino de rosas, aunque son muchas las que encontró en el transcurrir por ese tiempo y son muchos los emocionados recuerdos que van brotando mientras rememora los diversos momentos de su biografía. Ahí está, de un modo muy especial, su familia, su esposa, sus maestros y sus alumnos. Y en esa memoria se refleja la gentileza de un hombre que supo que un auténtico estudio marcial empieza y acaba en la cortesía, ya que no hay ninguna mayor que tener en mente a aquellos que en el rápido discurrir por los años que existimos son los apoyos que permiten olvidar un suelo plagado de guijarros.
Indumentaria de karate
“Después de la muerte, el ser humano retorna a los elementos –a la tierra, al agua, al fuego, al viento, al vacío-. La materia que creímos ser se desvanece. Todo ha sido vanidad. Somos como hojas de hierba o árboles del bosque, criaturas del Universo, formantes del espíritu universal que ni vive ni muere. La vanidad es el único obstáculo de la vida”.